viernes, 20 de febrero de 2009

NOCHES DE FÚTBOL



De todos es conocida mi pasión por el fútbol. Como dijo una vez un buen amigo: “Donde esté el deporte rey, que se quite el deporte de moda”. Y es que ¿qué tendrá el fútbol que a todos nos fascina, que a nadie deja indiferente? Es capaz de sacar lo mejor y lo peor del ser humano. Yo, personalmente, tengo mi propia teoría, y es que, gracias al fútbol el ser humano se ha convertido en ser urbano. Ha pasado de ser cazador a ser civilizado. Gracias al fútbol el hombre ha sido capaz de encauzar una agresividad que lleva marcada en los genes durante generaciones y generaciones, y que los científicos localizan en el cerebro (en la hipófisis creo recordar) compartiendo espacio con nuestras acciones instintivas. De tal manera, que lo que hacemos los seres humanos con el deporte es puro instinto (observen cómo juega cualquier niño), y en el caso del fútbol, con más motivo, por cómo nació, cómo se desarrolló, y la naturaleza de este juego llevada a su máxima expresión como deporte.
Pues bien; todos los jueves, a eso de las 21:00 nos juntamos un grupo de cazadores, peloteros dispuestos a cambiar su reino por un balón, amantes del deporte rey, dispuestos a ser los niños que una vez fuimos por una hora. Nos imaginamos jugadas imposibles, creamos jugadas impresionantes, somos héroes dispuestos a darlo todo por nuestro equipo. Corremos, saltamos, nos damos patadas (de vez en cuando también se las damos al balón), discutimos, nos animamos, realizamos remontadas épicas, ganamos partidos con varios jugadores menos, incluso a veces seguimos jugando hasta lesionados, damos nuestra vida por el equipo, por cazar nuestra pieza en forma de gol… Sacamos al niño que hay en cada uno de nosotros… Tal es así que cuando viene el encargado de la instalación para apagar las luces y dar por concluido el partido, le pedimos (igual que hacíamos con nuestras madres a la hora de ir a casa) “un gol más” y os decimos: “el que meta gana”.
Y al terminar, la ducha, el comentario jocoso de lo ocurrido en el campo, el chiste fácil, la amistad. Te puedes encontrar en la ducha a un tío en pelotas hablando del DOW JONES, y al lado otro hablando de lo injusto que es una huelga de jueces… Y sin hacer el ridículo, todo vale. En eso consiste el vestuario. Yo aprovecho para afeitarme, comentar vanalidades, cosa sin importancia, pero sobretodo, aprovecho para escuchar. Me encanta escuchar los cotilleos del mundillo del fútbol, los problemas de liquidez de tal club, o la sanción impuesta a cual jugador, o el golazo del domingo de la estrella de nuestro equipo… Es impresionante. Para que luego hablen de los servicios de mujeres. Se cuece mucho más en un vestuario de un equipo de fútbol.
Después, lo que en el rugby se llama el tercer tiempo: compartimos mesa. Cenamos juntos. Solemos ser entre quince y veinte. Compartimos experiencias, inquietudes, conocimientos, viajes, y sobretodo compartimos el tiempo. Pasamos un agradable rato juntos por el mejor de los motivos: la cena.
Por último, una Copa. No se trata de la Champions, ni la de Copa del Rey. Simplemente es un brugal con naranja. Unos juegan al mus y otros preferimos abrir una tertulia. Ayer mismo fue una tertulia muy interesante. Tocamos todos los temas: educación, justicia, política, sociedad… y FÚTBOL, mucho fútbol. Sistemas, equipos, jugadores… Solucionamos el mundo en un rato y entonces me pregunto: si tan fácil es solucionar el mundo con los amigos, ¿por qué no hacernos todos amigos y jugar todos los jueves por la noche?
Por supuesto que no siempre estamos de acuerdo, pero conseguimos algo que en este mundo es muy difícil de lograr. Nos hablamos con libertad, como se hablan los hombres, sin cartas en la manga. Nos mostramos como somos. Reconocemos nuestras fortalezas y confesamos nuestras debilidades… No hay mejor terapia para cualquier enfermedad.
Mi mujer, todos los viernes me dice que no sabe qué hacemos los jueves por la noche que los viernes estoy más cariñoso, con más energía, más ilusionado. Yo, por mi parte, me siento muy orgulloso y afortunado de poder seguir disfrutando de esas noches de fútbol.
Gracias a todos.

martes, 17 de febrero de 2009

INFORMACIÓN Vs FORMACIÓN

Hace tiempo que no entro a escribir con esta maravillosa herramienta que la ciencia pone a nuestra disposición, pero las obligaciones, compromisos y lo apretada de mi agenda... no lo han permitido... Hasta ahora.
Uno de los motivos de lo apretada de mi agenda es que llevo dos semanas con la rodilla un poco averiada... y estoy intentando encontrar quién me la arregle, hasta ayer.
La cosa es que al salir del colegio fui a visitar al médico del seguro laboral, una prestigiosa compañía aseguradora a nivel nacional, y después de una exhaustiva exploración (radiografías incluídas) llegó a la conclusión de que tenía un dolor desconocido y que tomara antinflamatorios hasta que los síntomas remitieran (¿un par de meses?). La cuestión es que te puedes imaginar: Todos suponemos que el buen hombre, con todos sus libros, con todos sus estudios, con su máquina de hacer radiografías... sólo fue capaz de decirme lo que yo ya sabía: que me duele la rodilla y que debo esperar hasta que deje de hacerlo.
Ya sabéis de mi espíritu inconformista, así que acto seguido, fui a ver a Felipe. Felipe es un señor de 79 años. Muy agradable, con ese humor característico de los señores de 79 años, sin maldad, que lo primero que me dijo es que dejara la cartera en cualquier parte que en su casa nadie roba, excepto él. Yo le contesté que si me cura la rodilla, bendito sea el atraco, que le daba la cartera, el bolso y le hacía una tarta por su cumpleaños, al o que el buen hombre me respondió,que la tarta para otro día, que por su cumpleaños ya tenía muchas tartas de otros tantos incrédulos como yo.
Me empezó a explorar la rodilla, con unas manos llenas de muñones, aunque suaves, y me explicó dónde estaba el "zendón retuliano", "la rétula", o los "miniscos". Estaba a punto de tirarme al suelo de la risa (o del daño que me estaba haciendo el jodío) cuando de repente me dice: aquí está el mal. Es el nervio que va al dedo gordo. Fue tocarlo y se me durmió el pie. Por un momento pensé que me dejaba cojo. Sin embargo, después de un minuto tocando me dice: Ya está. Ponte de cluquillas a ver si te te duele. ¡Qué cabrón! pensé para mi. No me duele. El hombre sonrió y me dijo. Es posible que mañana te duela un poco porque se haya descolocado con la vena que pasa por ahí. Me fui a casa y la verdad es que todavía me duele un poquito. Hoy volveré y ya os contaré.
Esta pequeña anécdota me hace pensar en qué estamos haciendo. En la sociedad de la información la tecnología y la calidad la estructura social que entre todos hemos creado se desmorona cuando un señor de 79 años, que apenas sabe hablar (supongo que mucho menos escribir) diagnostica y cura como ningún médico pudo hacerlo durante las dos semanas anteriores, y es que a veces lo sencillo es muy difícil y la evaluación de resultados no necesita de cuestionarios. Ni el buen servicio está relacionado con las herramientas que posées. Simplemente, en muchos casos, el valor de una persona está en lo que es capaz de hacer (su formación) y no en todo lo que sabe o puede llegar a saber ( su información).
Para mi fue toda una lección. Seguro que para ti, también.
Por cierto, el atraco fue de 10 Euros.

lunes, 9 de febrero de 2009

EL TITANIC


Durante un tiempo, este nuestro país (o Estado Español), ha sido el orgullo de todos los que formamos parte de él. Nos hemos convertido en la octava potencia económica mundial y cuarta de Europa. Hemos crecido casi como ningún otro país en el mundo, gracias a la ayuda de nuestros vecinos europeos y nos hemos convertido en el modelo a seguir por el resto de países en vías de crecimiento, por nuestro desarrollo económico como por nuestro modelo de transición democrática. Todo esto (nos guste o no) gracias al trabajo y al esfuerzo de una generación educada en los últimos coletazos del franquismo, deseosa de cambiar, de mejorar, de luchar por algo, por algún ideal, y sobretodo, deseosa de triunfar.

Hemos hecho de este país un Titanic. Un gran transatlántico en el que hay de todo: gente en la sala de máquinar, tripulación de a bordo, personal de servicio, y sobretodo pasajeros. Muchos pasajeros. Pasajeros de primera, de segunda y de tercera ( algún polizón, como en la película). Personas que están en el barco a disfrutar del trayecto mientras los sufridos "obreros de a pie" sacan el barco a flote y lo intentan llevar a buen puerto.

Todos sabemos cómo acabó la historia del Titánic. Una noche, mientras navegaba plácidamente por las aguas del océano (al igual que nuestro próspero país) apareció no se sabe de dónde un iceberg (bajo mi punto de vista ´para este país el iceberg es la educación y la justicia) que impactó en la linea de flotación del barco y... el final ya lo sabéis todos. No había botes salvavidas para todos y en estos casos sólo consigue salir con vida el pasaje de primera... ya veremos lo que pasa.

Sinceramente, aparte de que pienso que en este país llamado Titánic, vemos la punta del iceberg en forma de crisis económica, no nos damos cuenta de eso, que sólo es la punta del iceberg, el diez por ciento de lo que viene a impactar directamente hacia nosotros, el iceberg de una adolescencia mal criada en la abundancia, falta de proyectos e ilusión, falta de formación, falta de por qués y de porques, encantada consigo misma, disfrutando de una educación edonista llena de ocio que nosotros, los adultos, les ofrecemos en la cubierta del barco. En fin, la educación del todo a base del nada.

No quiero se mal agorero, ni criticar porque sí. Simplemente creo que hemos perdido el horizonte, que no sabemos dónde llevamos el barco, con una tripulación sumergida en vanidosas discusiones que hacen de ésta una nave sin rumbo. Encontrar ese horizonte en forma de pactos de estado nos permitirá educar mejor a nuestros niños, y es que, pienso que tenemos el iceberg justo delante de nuestras narices, y confío que las personas que tripulan este gran transatlántico sean conscientes de la importancia de su trabajo y nos orienten fuera de la zona de peligro.

Estoy convencido de la capacidad del ser humano y de su adaptación a las circunstancias en las que le toca vivir, y es que, aunque nuestros adolescentes anden "despistados" por la cubierta del barco, el día de mañana serán capaces de llevar (cuando les toque) el mando de la nave. Seguro quelo harán bien. Seguro que acabarán pagando nuestra jubilación. Pero mientras tanto... ¿Por qué no les ayudamos?

martes, 3 de febrero de 2009

DENUNCIAR AL ALUMNO


Llevo ya un tiempo razonando con mis alumnos, en especial con los de la ESO, que si se portan mal, en vez de castigarles, les denuncio; la cosa es que la jugada no me está saliendo nada mal (son unos benditos los pobres) (y unos ignorantones..). Tal vez sea por el momento semántico en el que vivimos, que la palabra castigo ha perdido todo su significado (algunos ni conocen dicha palabra), o tal vez sea porque su realidad está más cerca de los juzgados vía televisiva, la cuestión es que cuando utilizasla palabra denuncia... se les pone los ojos como platos.

El razonamiento es sencillo: Si a tu padre, en su trabajo, hay alguien que le impide desarrollar su tarea, ¿qué le pasa?, pues que se le cae el pelo. Si a mi padre le roban el género de la tienda... a la cárcel con el ladrón, y así sucesivamente. La cuestión es que a los niños (y al resto de la sociedad) no somos capaces de hacerles ver que los maestros vamos al colegio a trabajar. Y es que parece que en este santo país hay profesiones de primera, de segunda, de tercera, y por último los maestros. Tendrá que ser la propia sociedad la que se encargue de dignificar nuestro oficio en cuanto nos vean necesarios (cada vez más) a la hora de ayudar a los cachorros de nuestra sociedad a crecer. Es por lo que el Estado invierte tanto dinero en educación. Por otro lado, me canso de decir a mis compañeros de oficio que gran parte de la culpa la tenemos nosotros, que hemos visto durante años perder nuestros derechos a la hora de desarrollar nuestra tarea laboral y no hemos hecho nada al respecto.

Este es un pequeño ejemplo (ya llenaré este bendito blog con más de ellos) de cómo está cambiando la sociedad. De dónde venimos, más o menos ya lo sabemos, pero a dónde nos va a llevar esta sociedad... los maestros nos hacemos una ligera imagen, aunque esto sólo es la punta del iceberg.

lunes, 2 de febrero de 2009

LA MIRADA DE ROGER



De todos los acontecimientos del fin de semana todos nos quedamos con uno (de los Goya ya hablaremos). La final del Open de Australia. Creo que nunca una noticia de las antípodas llenó más portadas de nuestros periódicos (con permiso de los JJOO de Sidney).
Pero de la final, además de la belleza del deporte y la nobleza de los deportistas, yo me quedo con la mirada de Roger. Sí, digo Roger y no Federer, para diferenciar al tenista del ser humano, aunque ya sé que una cosa va con la otra. Pero no la mirada del hombre que llena sus ojos de lágrimas, no. Me quedo con la mirada perdida a través de su raqueta cada punto que no era capaz de conseguir su objetivo. Esa mirada que parecía buscar explicaciones donde sencillamente no las había, esa mirada llena de desconcierto por el qué estaré haciendo mal, esa mirada que reflejaba los miedos por esa impotencia originada por la incapacidad de ganar un punto tras otro, un juego tras otro, como en los demás partidos. Y es que el bueno de Roger todavía no se ha dado cuenta que necesita algo más, no le han dicho que sencillamente Rafa es mejor y que si quiere volver a ser el número uno no basta con hacer lo que hacía antes.
En deporte (como en la vida) nada es absoluto. Todo va cambiando. Donde hoy ganas, mañana pierdes, lo que un día te lleva a la victoria, mañana provoca tu derrota. La capacidad del deportista (o de un equipo) de entender lo que está pasando y su adaptación a esa realidad es clave en el éxito o fracaso deportivo y humano. Roger, sencillamente tendrá que mejorar su tenis. Mientras tanto, Rafa, seguirá progresando, mejorando, porque lejos de lograr todo a lo que aspira, todavía se ve en el camino. ¿Cuanto durará su reinado? No lo sabemos, porque no depende sólo de él.
Me ha sorprendido que la mirada de la que os hablo no se encuentre en internet (si alguno de los lectores la encuentra me la mande, por favor). Los medios de comunicación sólo nos muestran los resultados, o victorias o derrotas, o ganas o pierdes, y se olvidan del por qué, del proceso de esa victoria, de ese fracaso. Supongo que eso lo dejan para tíos como yo. Lo más parecido que he encontrado es lo que he podido adjuntar a esta reflexión.
Una última reflexión (ya os dejo por hoy): Desde el sofá de casa, o desde la grada, es muy fácil "empatizar" con el deportista y criticar la actuación de uno o identificarse con la actuación del otro. En realidad los niños lo hacen constantemente y no les cuesta nada. Me gustaría hacer referencia al grandísimo sacrificio (yo sólo me puedo hacer una pequeña idea) que supone desarrollar un deporte profesional: vuelos, años de entrenamientos, compromisos, sufrimiento físico, resistencia a la frustración (la tuya y la de tus aficionados), estrés de la competición... Sinceramente, los buenos deportistas se merecen el mayor de mis respetos tanto en la victoria como en la derrota, pues viven en una constante selección derivada de la propia competición y eso, amigos míos, es muy duro...

Felicidades, Rafa.

jueves, 29 de enero de 2009

EL MERCADILLO DE LAS 12:00

Tal vez sea por el hecho de tener tanto gitanillo por el colegio (todo se pega), que la sala de profesores durante el recreo se ha convertido en un mercadillo. Sin ir más lejos, hoy, la directora, sin avisar y a traición, ha aparecido en la sala con una bolsa de plástico amarilla llena de telares de esos que utilizan las mujeres para aparentar ser más bellas, sentirse bien y hacer más felices a los hombres que compartimos nuestro tiempo con ellas. La cuestión es, que si normalmente el recreo se convierte en un mercadillo en el que se intercambian comida, fotocopias, tareas, sustituciones... y se venden y compran consejos, frustraciones, risas y demás... Hoy la situación ha sido, masculinamente hablando, un sálvese quien pueda.
Realmente la escena es muy graciosa: la vendedora, enseñando sutilmente la mercancía, como sin ánimo de venderla, a la vez que habla de las bondades de la misma. La profesora que intentaba leer el periódico, por educación presta atención a la venta ambulante hasta el punto de quedarse bizca. La profesora ilusionada ante la oportunidad (una más) de ponerse mona. El sufrido novio de la anterior (Dios los creo...) que se presta pacientemente al juego regalando los telares a su distinguida. Luego está la que aprovecha la ocasión para recordar que su marido "nunca me regala nada". La que se dedica a observar en silencio, quién sabe lo que piensa. La que no hace ni caso y sigue con lo suyo, con sus monólogos (a la cual somos los demás los que no la hacemos ni caso). Total, que el mercadillo está montado.
Hoy he arriesgado y he decidido regalarle un detalle a mi mujer. Me he adentrado en territorio enemigo y... han llovido las balas. Expresiones como: "Gástate un poco más, hombre, que es para tu mujer", o "Ese color no la pega", o "Da igual que ya tenga algo igual" han caido como bombas dirigidas hacia mi persona, y yo, que sólo quería tener un detalle... Sin embargo, la capacidad de sortear las bombas enemigas y la claridad de ideas de la que hacemos gala los Crespo, me han permitido salir indemne de la dura batalla. He comprado el colgante que más me gustaba, lo he pagado y lo tengo celosamente guardado para regalárselo a mi princesa en el momento más adecuado.
Y volviendo al recreo. Os voy a contar un pequeño secreto para mayores. La sala de profesores tiene como dos ambientes: La mesa grande donde nos sentamos y nos relajamos, leemos el periódico y hablamos nuestras cosas; y la mesa de trabajo en donde hay tres ordenadores. Me encanta sentarme un rato ahí, apartado, y observar desde "lejos" lo que ocurre en la sala, como si se tratara de una obra de teatro y tengo que decir que es bastante mejor que el Cámara café ese de Telecinco (aunque todavía no llegamos a los niveles del Hostal Royal Manzanares).
Realmente disfruto mucho de estos ratos con mis compañeros y agradezco mucho su generosidad al compartir tantas cosas conmigo en esos momentos. En especial su alegría. Las ganas de seguir, la ilusión con la que hacen las cosas y el esfuerzo que dedican a realizar bien su trabajo bien merece el descanso que a media mañana nos damos. A todos los que pasáis por ahí, gracias.
Por cierto, los fondos recaudados por la venta de los abalorios van directos a Perú, que es de donde vienen.

miércoles, 28 de enero de 2009

ENCONTRARSE A UNO MISMO.


Una de las bondades de trabajar como maestro en un colegio, además de las vacaciones que disfrutamos, es la posibilidad diaria que nuestro trabajo nos ofrece de reencontrarnos con nosotros mismos. Los lectores se preguntarán cómo un maestro se puede reencontrar a sí mismo en el aula. Pues a mi me resulta bastante fácil: tarea del maestro es empatizar con sus alumnos, y en mi caso, empatizar con niños de 9 años me devuelve por momentos a mi niñez. A traves de los ojos de mis alumnos veo al niño que llevo dentro y me pongo a pensar, a hablar, a sentir, a reir como el niño que una vez fui. Son muchos los momentos en que los recuerdos (tal vez porque trabajo en el mismo centro en el que un día fui alumno) despistan mi mente y me transportan a una época en la que la inocencia y la libertad reinaban en todos y cada uno de mis dichos y actos. En esos momentos me encuentro conmigo mismo y me veo ahí, sentado, feliz por todo y por nada a la vez, porque sí. Entonces vuelvo a mis taitantos y me digo: ¿qué ha pasado durante todo este tiempo?
Básicamente estoy donde siempre he querido: al otro lado de la clase. Todas mis ilusiones y sueños de niñez se van cumpliendo y voy construyendo otros nuevos. Sin embargo, cada vez que me encuentro a mi mismo, al volver, me doy cuenta que en algún cajón de mi ser "alguien" ha guardado mi libertad, mi espontaneidad; que la necesidad de los demás, de "quedar bien", o simplemente de "no dar que hablar" me ha distanciado mucho del niño aquel que un día fui y que me hizo tan feliz.
Tal vez mi complicidad callada a la dictadura de algunas de las personas con las que he compartido mi tiempo me han hecho más precavido y sobretodo desconfiado. Me doy cuenta que durante mi vida ha habido personas que se han hecho dueñas de mis actos, manejándome a su antojo (reconozco que he sido una persona muy influenciable), pero mis pensamientos, mis sentimientos... Son lo más preciado de mi patrimonio. Poco a poco lo iré compartiendo con vosotros. Al que le guste, genial. Al que no, que cambie de canal.
Una vez escuché que los miedos son los culpables de que no consigas alcanzar tus sueños. En otra ocasión oí que es mejor que no se cumplan tus sueños, pues en ese preciso instante dejarán de serlo. Yo, personalmente pienso que los miedos hacen que cuando alcanzas tus sueños no puedas disfrutarlos: Entonces lamentamos haber cumplido nuestros sueños, y así sucesivamente...
Conozco personas felices con sus sueños, y otras esclavas de los mismos. Tú eliges si sigues siendo un esclavo de tus sueños (y de tus miedos) o por el contrario te liberas de ellos. Dicho así suena fácil, pero hacerlo... es más complicado. YO SIGO EN EL CAMINO.